María una madre joven con sus dos hijos, un niño y una niña. Siempre había soñado con llevarlos a la playa y, por fin, había llegado el día. Empacó todo lo que necesitaban y se dirigió a la costa. Tan pronto como llegaron, María colocó su paraguas y extendió una manta aplicó protector solar a los niños y en ella misma, y estaban listos para disfrutar de la playa. La arena estaba tibia y el agua era refrescante. María mantuvo a sus hijos cerca mientras jugaba en las aguas poco profundas.
El niño estaba chapoteando, riendo
y riendo, mientras que la niña era más reservada, observando el paisaje y los
sonidos a su alrededor. María estaba feliz de verlos a ambos divirtiéndose a su
manera. A medida que avanzaba el día, María y los niños construyeron castillos
de arena, recolectaron conchas marinas y dieron largos paseos por la orilla.
Los niños estaban fascinados con las olas y las gaviotas, y María estaba feliz
de verlos experimentar cosas nuevas.
Cuando el sol comenzó a ponerse,
María envolvió a sus hijos en toallas y se sentó con ellos sobre la manta,
vieron como el cielo se volvía naranja y rosa, y las olas mojaban sus pies. Los
niños estaban cansados pero contentos.
Mientras recogían sus cosas y
regresaban al auto, María miró hacia la playa y sonrío, sabia que ese solo
sería el comienzo de muchos mas viajes a la playa por venir y seguir creando
recuerdos hermosos juntos a sus hijos.
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Coautor: Lizeira Aragort
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